–¡Va por ti, Murciana!
Una copa más, una comisión más.
Murciana es su nombre de guerra, ella es
de Pontevedra, quien dejó el acento colgado nada más salir de su tierra. Es
posible que, incluso, nunca lo tuviera. Desarraigada, de espíritu rebelde y atormentado,
no quiere mirar atrás, aunque tampoco lo hace hacia adelante. El futuro no
existe, dice, al menos para ella. Con respirar el momento, le es más que
suficiente. Los consejos, si es que se los dieron, arrumbados debieron quedar
en cualquier resquicio del olvido.
Murciana, con solo diecisiete años, tiene
cicatrices en el alma de una persona de ochenta. En esto ha sido precoz, un
espíritu aventajado.
«Drogada parece que aguanta más», eso dice
de ella la proxeneta que la «protege», y le pasa otra papelina para que la
esnife.
A Murciana, insensible al escrúpulo y al
dolor, le echan lo que las demás no quieren: los más infectos, viles y sádicos
que aterrizan, y que son la mayoría.
Murciana se ha puesto los veinticinco años
como edad tope. Pero no para salir de su inmundicia, sino para perecer en ella.
No cree que supere el cuarto de siglo, tal y cómo lo ve. Total, los veinticinco
es buena edad para escapar de la existencia.
A Murciana la única herencia que le
dejaron fue su cuerpo, y como le ha salido bien lucido, se sirve de él para
rascarle a la vida lo único que cree que le pertenece.
–Yo, con la Murciana.
–Yo estoy antes que tú.
–Si os parece, podéis estar con ella los
dos a la vez y os invito a las copas que os estáis tomando.
A Murciana se le escapa una sonrisa. Ella
sabe que tiene para los dos, y para más si se tercia, ya lo ha comprobado. Los
dos no están muy de acuerdo.
–¿Nos cobras la mitad? –pregunta uno de
ellos.
–Si es en el mismo tiempo: una hora, vale
–responde la celestina.
Esta alcahueta también tiene una sobrina a
su servicio, pero, la pobre, vale bien poco y apenas si saca para la
manutención.
Los dos hombres se miran, en una mirada de
la que esperan aceptación o recusación, y, al parecer, consienten.
Murciana sube por las escaleras sin mirar
atrás, con paso perezoso, hoy se siente más cansada que de costumbre. Imagina
que la seguirán ambos. Por sus pelajes, adivina que ni la discreción ni la
intimidad deben formar parte de sus códigos, el ahorro sí. Alguna virtud debían
tener.
Murciana se desnuda sin esfuerzo alguno,
solo deja caer los tirantes de un vestido escaso, y se derrumba en la cama como
si esta la atrajera. Uno de ellos ya ha yacido con ella en múltiples ocasiones,
el otro debuta en esta plaza. El nuevo quiere ser el primero, el veterano
quiere serlo él.
–¿Tú a quién prefieres primero?
Murciana no responde. Continúa con su
sonrisa marcada en los labios y una mirada perdida bajo el aplomo de unos ojos
entornados.
Se lo juegan a cara o cruz con una moneda.
Empieza el nuevo. El otro mira el reloj para que no se meta en su tiempo.
–No es para tanto, como dicen –comenta el
recién satisfecho mientras se sube el pantalón–. Total, no se inmuta.
–Eso es que tú no sabes.
El primero sale de la habitación. Cumplido,
no necesita recrearse en placeres ajenos.
El siguiente se apresura, para poder
disfrutar del tiempo que le corresponde. Encima de ella, la encuentra demasiado
relajada para como es la Murciana. Le zarandea la cara y esta no responde.
Imagina lo peor. Se le acelera el corazón. Tiene un arrebato de levantarse,
pero se controla. Ya ha pagado. Es mejor terminar y, después, ya veremos.
Tras el desahogo, le da en la cara más
fuerte. La joven no se mueve. Le toca los pechos a modo de despedida, sabe que
no lo volverá a hacer.
–Esa de ahí arriba tiene mala cara –dice
el segundo y se marcha.
La proxeneta piensa sobre qué le puede
pasar: «Hoy se ha echado al cuerpo más de la cuenta. ¿Será que me la han
vendido adulterada? ¡Lo barato sale caro!». Sube para comprobar. La toca y la
nota demasiado fría. La abofetea, por si reacciona, más no da señales de vida.
La mujer se pone nerviosa, y sus razones tiene, se le crea un doble problema:
«¡La madre que la parió, dónde encuentro yo a otra como esta! ¡A ver cómo me
deshago de ella!»
Murciana erró respecto a su final:
adelantó acontecimiento.
Cúllar Vega, 8-6-2022
Publicado el 30-7-2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario